Universidad Católica Boliviana "San Pablo"
39 no solo de los efectos de los gases del efecto invernadero, sino también para la acidificación global y la eutrofización”. El citado “estudio también muestra que el ganado que es criado en una área deforestada produce 12 más gases de efecto invernadero y utiliza 50 veces más tierra que los que son criados en pastizales naturales. Sin embargo, entre la producción de carne y la proteína vegetal, la primera genera seis veces más gases de efecto invernadero y utiliza 36 veces más tierra” (Pore, 2018, p. 3). 3.6. Análisis del macroentorno Las organizaciones operan en “un macroentorno más grande de fuerzas que moldean oportunidades y plantean amenazas para la empresa” (Kotler & Armstrong, 2014, p. 70). El macroentorno está compuesto por: la demografía, las fuerzas económicas, naturales, tecnológicas, políticas y culturales, vale decir, por factores externos a las empresas y que no son controlables por sus responsables. Con la finalidad de analizar las oportunidades y amenazas emergentes del macroentorno se aplicó el análisis PEST, el mismo que permite evaluar el impacto de los factores externos que se encuentran fuera del control de la empresa pero que pueden afectar su desarrollo hacia el futuro. Las fuerzas que componen el macroentorno y su influencia, es la siguiente: Factor social – demográfico . La demografía es el estudio de la población y sus características de distribución, por tanto refleja si el mercado crecerá o decrecerá a futuro. Fuerzas económicas , “consta de factores financieros que influyen en el poder adquisitivo y los patrones de gasto de los consumidores” (Kotler & Armstrong, 2014, p. 77) los que pueden generar oportunidades o amenazas. Fuerzas naturales , “abarca los recursos naturales que los mercadólogos necesitan como insumos o que son afectados por las actividades de marketing” (Kotler & Armstrong, 2014, p. 78). Fuerzas tecnológicas , “la tecnología ha producido maravillas como los antibióticos, la cirugía robótica, los aparatos electrónicos miniaturizados, los teléfonos inteligentes e Internet; sin embargo, también ha desatado horrores como los misiles nucleares, las armas químicas y los rifles de asalto (Kotler & Armstrong, 2014, p 80).
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